Se trata, quizás, del estilo más exigente para la planta en cuanto a
términos de adaptabilidad y supervivencia frente a un medio hostil. Es
un diseño normalmente asociado a barrancos y abruptos desniveles de
alta montaña donde las duras condiciones ambientales han forzado un
comportamiento completamente antinatural para el árbol: su crecimiento
hacia abajo.
Para su clasificación, y siguiendo el criterio de
la inclinación del tronco, se podría decir que, trazando un línea desde
la base del tronco hasta la punta de la cascada, la recta obtenida
tendría una inclinación de entre 30 y 90 grados por debajo de la
horizontal. Asimismo resulta habitual que la punta de la cascada caiga
por debajo de la maceta, lo cual, al igual que en el caso anterior
constituye el criterio más ampliamente utilizado.
Como sencilla
guía de formación de la estructura de las ramas se podría pensar, al
igual que en el caso anterior, en un diseño vertical informal puesto
boca abajo. Aunque en este caso hay que tener en cuenta que lo que
sería una rama trasera en el estilo vertical, en un diseño en cascada
pasa a situarse hacia el frente, al desviada hacia un lado si acaso.
Respecto
al tronco, éste debe ascender una corta distancia para, de forma
inmediata, doblarse sobre si mismo dando comienzo a la cascada. La
altura de esta primera curva no debe ser excesiva, pero si suficiente
como para que el tronco no tenga contacto con el borde de la maceta,
pues en ese caso el resultado daría una cierta sensación de
inestabilidad, como si el árbol necesitara un punto de apoyo para no
caer. De la misma forma esta primera curva debería ser lo más abrupta
posible para añadir fuerza a la imagen; un árbol en cascada no ha
vivido en un ambiente fácil, y por tanto las curvas suaves no son la
tónica habitual. Algo que, por otro lado, bien podría aplicarse a la
totalidad del diseño y de las curvas implicadas. Ningún árbol se
desarrolla voluntariamente formando una cascada, siempre son las
adversas condiciones ambientales las que, al no dejar ninguna otra
salida, obligan a la planta a este tipo de crecimiento y por tanto en
esos duros ambientes las curvas excesivamente suaves dan una impresión
de artificialidad.
Es importante notar que al formar la
ramificación de un estilo en cascada se empieza por las ramas más
altas, las cercanas a la base del tronco y que usualmente forman el
ápice, para bajar a continuación hasta el extremo de la cascada. Justo
el método opuesto a los estilos verticales en los que se empieza por
las ramas más bajas para ascender a continuación por el tronco hasta el
ápice.
Un elemento de gran importancia que no debe ser
descuidado en este estilo es la base de raíces, pues es en este caso en
el que su función de anclaje y estabilización resulta más crítica. Su
estructura será bastante similar a la encontrada en el estilo inclinado
aunque con las características más exageradas pues la inclinación
también es mucho mayor.